“Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar, sobre ti fijaré mis ojos” Sal.32:8

No podremos entender ni escuchar la voz de Dios, si no tenemos tiempos de quietud en privado con el Señor. Como creyentes, debemos disciplinarnos para buscar el mejor momento para pasar con su Palabra y orar. Es la única manera de mantenernos enfocados en la Voz del Buen Pastor que nos llama por nuestro nombre, para revelarnos el paso siguiente. Nunca nos mostrará el plano completo.

A.W. Tozer dijo:” Yo pienso que un nuevo mundo nacerá de la bruma religiosa al acercarnos a la Biblia con la noción que este no solo es un libro que fue para el pasado de bendición, sino que es el Libro que nos habla hoy”.

En mi llamado personal, al pastorado, quitándome todas las dudas, fue pedir por muchos meses una Palabra específica, por mis inseguridades, en noviembre de 1977 comenzamos con Campañas en una plaza pero yo necesitaba tener un ancla para el futuro, cuando las cosas no fueran bien. El Señor conociendo mi corazón, en un culto de semana, tal vez para otros no significó nada un sermón del Pastor Rinaldi, pero fue la clave, cuando nos hizo leer Hechos 13:1/3, yo entendí claramente que Dios nos hablaba como matrimonio de hacernos cargo del Centro Cristiano en marzo de 1978, yo dije Si Señor, y nos ungieron como pastores, pasaron más de 40 años, esa Palabra me sigue sosteniendo.

También Dios tiene un lenguaje no verbal, puede hablarnos por diversas circunstancias,  cosas inesperadas, que nos hacen detener la carrera, reflexionar. El misionero Rafael Hiatt compartió una experiencia: Él tenía un llamado misionero de jovencito, pero se le presentó un buen trabajo, una firma conocida, buen sueldo. Lo aceptó.

A los pocos días de comenzar con muchas ilusiones, llegó y vio que todo el edificio se estaba quemando. Una voz muy suave en su interior le habló: “La inversión en lo terrenal, termina en cenizas, si inviertes en lo eternal, tendrás resultados eternos”. Ese mismo día renunció y se dirigió al Departamento de Misiones, sirviendo toda su vida en Argentina, y aún jubilado viene, alquila un auto y recorre todo el país, animando a los hermanos, y ya pasó los 86 años. Dios lo mantiene feliz, y sano, utiliza sus fuerzas para la eternidad.

Aprendamos a oír la voz exacta, para no perdernos por nuestros sentimientos engañosos.

“Por tanto, a ti Oh Jehová Señor miran mis ojos, en ti he confiado” Salmo 141: 8

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